U2 The Refugee

"Estes es un lugar grande, pero U2 y vosotros somos mucho más grandes"

Como cada lunes tomaba el metro dirección a la escuela en Barcelona. Era una tarde calurosa, tenía una cinta de cassette que había montado esa misma mañana con mi kit de montaje que salía en uno de los Max Mix, entre el 2 y el 7, tijera y celo. No me gustaba que las canciones tuviesen mucho espacio entre ellas. Habían temas de los grupos que me gustaban, me crié en un ambiente de rock sinfónico, psicodélia y rock los Pink Floyd, Mike Oldfield, Supertramp... pero sin dejar de escuchar esta música, por casualidad, como una picadura de avispa, comienzo a escuchar grupos británicos más indies. En esa cinta tenía, The Clash, The Smiths, Ramones y U2.

Eran canciones grabadas directamente de la radio, de Radio 3, Diario Pop o alguna de aquella época. Comprar un disco costaba unas 550 pesetas, y pasábamos por la tienda de discos del barrio (al lado videoclub), sólo cuando nos gustaba mucho el disco una cosa muy habitual, ya que en esos tiempos había una industria discográfica que no paraba de traer nuevos grupos como "La ninfa de Alien" y que les daba cuantiosos ingresos a las Majors.

Esas dos canciones... eran como una tormenta, ritmo y sonido personal, una voz que no te dejaba indiferente con una imagen joven y nueva. Pero lo mejor de todo eran los dos temas, los puse hasta que el trozo de celo se enganchó y tuve que repararlo en casa con un boli bic y más celo. Eran de un grupo fácil y rápido de nombrar: U2.

La primera era pegadiza y no podía dejar de escucharla…"walkaway, walkaway, walkaway, walkaway... I will follow…", la otra The Electric Co. En ese momento me di cuenta de que era música de la que podías participar y sentirse orgulloso de escucharla.

Así que cuando llegue a juntar el dinero, en cuestión de horas, me dirigí a la tienda, "Discos Martin’s" y me lleve ese LP (no le decíamos vinilo como ahora).

El primer Boy hoy en día no vale ni para poner encima de una maceta, creo que lo escuché tanto que lo desgasté. Y así comenzó mi amor por este grupo de seres etéreos que para un chico de 14 años, en la España de los 80, donde la gente escuchaba música española, desde Triana a Rock in Rio’s, pasando por Mecano, yo empecé a seguir a unos Irlandeses, tierra de grandes artistas, pero que nosotros los conocíamos por el cine, John Ford, y cientos de actores y actrices emigrados a Hollywood. Pero músicos no tanto, Geldof, Morrison o los locos The Pogues.

En esa época en que las comunicaciones eran analógicas, Irlanda parecía, muy lejana. The Edge, Adam, Larry y Bono en ese tiempo, junto a Jim Kerr se hablaba de Rock "Mesianico", no me extraña. Lo parecían o así lo creíamos nosotros. Y sino que nos lo digan a los que vivimos el concierto de Simple Minds en Valencia 86. Así salió "War", otra obra maestra, y comencé a llevar la carpeta forrada de fotos de U2, Bono, y publicidad indirecta, ya que no fueron pocos los que me preguntaron por ellos y acabaron escuchándolos.

Pasaban los años con nuevos discos, pero nunca actuaban en Barcelona, salió Under a blood red sky y me compre esa camiseta de los 80 sin mangas, con la imagen de Bono en cuclillas agarrando el micro. Barcelona empieza a germinar actuaciones internacionales, Bruce, Police, Dire Straits, Level 42, Eurythmics, Simple Minds, The Cure, pero… ¿y U2? Con Unforgettable Fire, rozamos el poste, la locura, van a tocar aquí, pero por motivos de espacio, el Palau De Esports no era apto. Fue una gran decepción. Y para mis 17 años entonces era imposible salir de España.

Y ya viene la bomba, The Joshua Three, con la canción que más espero, soy el tío más feliz del mundo "Where The Streets have no name" y el resto de joyas hechas música. No eligen Barcelona, no puedo ir a Madrid, además de quedarme sin entrada.

Ese día comienza U2 "The Refugee". U2, The Refugee, mi canción favorita de War, quizás porque todos somos refugiados de algo. Junto amigos y amigas empezamos a crear el club. A refugiarnos en el bar “Snoopy” escuchando de fondo (Aviones Plateados de El Último de la fila) y teniendo la idea de montar el club de fans.

Al principio cómo todo, éramos dos células, pero empezamos a dividirnos rápidamente, como esporas. No teníamos el fanzine, pero empezamos a contactar con los de Europa y el Bandera Blanca de Madrid. Compramos un apartado de correo y empecé a ir a programas de Radio (Tarda Tardà, Albert Malla, Catalunya Radio) o incluso a televisión, en TV3 con Miki Moto Club. Pusimos un anuncio en varias revistas de música de la época, internet no existía.

Empezaron a hacerse socios de toda España, en nada fuimos 400 socios, y con contacto con BMG Ariola y U2 nos hicieron oficialmente club de fans tras dos años pidiéndolo y de hacerles favores a la compañía de discos. Ahora sí, con mi amiga Valerie Albac, presidenta del club de fans de U2 en Francía me consigue una entrada de reventa, para verlos en la que para mí es la mejor gira a fecha de hoy, la Lovetown Tour con BB King en los bises.  Más de 20 conciertos que he visto por toda Europa, y desde entonces no he faltado a ninguna, y en algún caso he ido a la misma en diferentes ciudades. El fanzine constaba de unas 6 a 8 páginas, dependía del material, y entre el grupo de amigos, y James (un chico de intercambio de Irlanda) en Dublin, creabamos con poco dinero y mucha imaginación, algo que nos hacía acercarnos a estos cuatro amigos irlandeses. Maria Ángeles traía un recorte, Pau de Girona, con una noticia, David conseguía fotos, Mónica escribía a máquina de escribir. Y comprando Rock Deluxe, NMExpress, buscando en libros y haciendo mucho cortar y pegar. Después llegando a un acuerdo con la compañía de discos, nos daban material.

El momento cumbre fueron las dos noches de mayo de 1992, tres filas de amigos y fans con banderas irlandesas nos juntamos en la parte izquierda para ver los conciertos de la Zoo TV. La vigilia en la puerta del Hotel Ritz, consiguiendo autógrafos y fotos.

Sin duda, cualquiera de las experiencias que he vivido gracias a U2, es algo que jamás olvidaré. Que me ha marcado, espero me siga marcando, como ha hecho con mi inocencia al principio y ahora 36 años después, mi experiencia. Muchas anécdotas vividas en las colas de los estadios, diferentes culturas y ciudades, hall de los hoteles, y muchas personas conocidas.

Diego Correa